LO QUE DEJÓ EL CENSO
Los datos surgen del censo realizado este año por la IMM.
Durante tres meses, la Intendencia de Montevideo estuvo realizando un censo a los clasificadores de la capital. Para ello estableció distintos puntos estratégicos hasta donde las personas debían trasladarse y tras contestar una serie de preguntas, se les hacía entrega de un certificado que les permitía seguir desempeñando esa tarea y acceder a alternativas de reconversión como los motocarros.
El censo -que fue analizado por la Facultad de Ciencias Sociales- mostró que hay 1.081 clasificadores, de los cuales 845 son hombres, 210 mujeres y 3 mujeres trans. Hay 23 casos de los que no se tienen dato sobre ello.
La cifra, para el presidente de UCRUS, Juan Carlos Silva, es “un disparate” y asegura que el número es mayor. “Creemos que esta cifra es ridícula. Mil clasificadores es como que me digas que en la construcción trabajan 300 personas”, expresó Silva. Según dijo, en el último censo “real” que se realizó en el año 2011 había cerca de 9 mil clasificadores.
“Históricamente esa cifra es fluctuante: cuando hay más trabajo ahí los clasificadores abandonan el reciclado y van por ejemplo, a la construcción. Cuando la situación laboral está más complicada, como está sucediendo en la actualidad que hay mucha pérdida de puestos de trabajo, muchos vuelven o se inclinan al trabajo de clasificación”, expresó. De acuerdo a Silva, ellos mismos pidieron que se extendiera el plazo para el censo “porque no había tenido suficiente difusión”.
El censo.
El relevamiento se llevó a cabo desde marzo hasta abril y entre las preguntas que se les realizó a los clasificadores incluyó datos sobre sus hogares, historia laboral, acceso a educación y expectativas, entre otras cosas.
De acuerdo a los resultados a los que tuvo acceso El País, una de las situaciones críticas que se detectaron fue el tema de la vivienda.
“Se evidencia una situación crítica, ya que más de la mitas de los clasificadores menciona que reside en asentamientos irregulares, siendo más de un cuarto (27,9%) de los casos usufructuarios u ocupantes de la vivienda”, dice el estudio. De ese cuarto, 149 ocupan la vivienda de forma gratuita o se la prestaron, mientras que 96 lo hacen sin permiso del propietario.
El 62,3% dijo vivir en asentamientos. En cuanto a la forma en la que habían accedido a esa vivienda, la mayoría (362 personas, cerca del 33,5%) dijo que “no sabía o no contestó”, 232 dijeron que la habían autoconstruido, 201 declaró que la compró o la está pagando, 115 dijo herencia, mientras que 53 clasificadores explicó que la recibió por el Plan Juntos y 22 por la organización Techo.
Los materiales de paredes, pisos y techo de las casas “dan cuenta de la carencias habitacionales, existiendo alta proporción de materiales de desechos o livianos, y contrapiso únicamente de hormigón en más de la mitad de las viviendas”, se lee en el censo
El 20% de los clasificadores censados vive en una vivienda que tiene solo contrapiso o piso de tierra, un 86,2% (932 personas) viven con techo livianos o realizados con materiales de desecho y un 31,3% de las viviendas tienen paredes hechas con chapas, dolmenit, madera o cartón.
En el 17,8 de los casos, las viviendas evacúan el servicio sanitario hacia el arroyo.
Salud.
En relación a los prestadores de salud, se desprende que aSSE y las Pliclínicas de la Intendencia de Montevideo son los principales lugares donde se atienden, registrándose un mínimo
de clasificadores (2,5%, unas 26 personas) que no cuentan con cobertura médica. Del total de censados, el 9,2 padece alguna discapacidad, sea intelectual, motriz (la mayoría), psíquica, sensorial o visual.
Al ser consultados sobre la composición del hogar, en su mayoría se trata de hogares numerosos, con gran presencia de menores de edad: el 38% de los clasificadores (383) declaran tener cuatro hijos o más. Al consultar sobre la cantidad de personas que integran los hogares de los clasificadores (sin contarlos a ellos), se contabilizaron 3.360 personas, de los cuales el 40,6% son niños de entre 0 a 12 años.
Educación.
Un 5,8% de los censados declaró que asiste a un establecimiento educativo, mientras el 94,2 no asiste a ninguno. En cuanto al último año de educación formal cursado, 767 clasificadores (74%) llegó hasta algún grado de escuela primaria, 147 (14,2%) a algún grado de liceo y 116 (11,2%) a UTU.
“Se registran bajos niveles de aprobación, tanto en los casos que han cursado nivel primario como secundario”, explica el censo. La cifras más bajas se ven en la asistencia al liceo: de 1036 clasificadores, 59 de ellos cursaron primero de liceo, 40 cursaron segundo, 32 tercer grado mientras que 7 llegaron a cuarto de liceo, 3 a quinto y 6 a sexto.
Ganancias.
El 45% de estos trabajadores, clasifican los residuos en su propia casa, mientras que un 43% lo hace en los contenedores. La mayoría vende lo que recicla o recoge en los depósitos de su barrio o en las ferias.
Al consultar sobre el monto de la última venta realizada, el promedio de las respuestas asciende a $1.317. La mitad de los consultados había recibido hasta $600 y solo el 2,5% más de $5.000.
No todos quieren dejar a sus caballos.
En cuanto a los años de antigüedad en la tarea de clasificación, un 30,”% dijo que se dedica a ello desde hace 25 años o más. Un 13,4%, en tanto, menciona dedicarse a esa tarea desde hace menos de 4 años, un 10,9% desde hace 5 a 9 años y un 16,4% trabaja en la clasificación de residuos desde hace 10 a 14 años.
El 79,4% de los recicladores utiliza carro tirado con caballo (36,9%), carro a mano (20%) o bicicleta (22,4%) para recolectar los residuos y una gran proporción de ellos realiza la tarea en solitario (el 77,9%), mientras que en los casos que la realiza en compañía (33%), la pareja y los hijos aparecen en mayor porcentaje.
Poco más de la mitad de los que utilizan carros con caballos se mostraron interesados en cambiar su medio de transporte. Por otro lado, el 38,8% se mostró contrario a reconvertirse.
En diciembre del año paso, la IMM comenzó el plan de reconversión laboral de los recolectores de residuos: les entregó seis motocarros a seis clasificadores para que pudieran realizar los trabajos en ese vehículo y dieran a cambio su caballo. Los animales sería dados en adopción.
A principios de este mes la comuna les otorgó a otros siete clasificadores sus motocarros. Para poder tenerlos, los trabajadores debieron sacar la libreta de conducir y formalizar su actividad afiliándose al BPS.
El cambio les permite tener un ingreso fijo, ya que deben realizar ocho viajes por día recolectando residuos de gran tamaño y la IMM les paga por cada uno de ellos $ 180. Al final del mes, el sueldo aproximado podría llegar a $ 32.000.
Asimismo, según informó el prosecretario de la comuna, Christian Di Candia, podrán realizar otro tipo de trabajos, pero no tienen permitido recolectar ni clasificar residuos como antes. “Podrán trabajar como fleteros con el motocarro, hacer podas o trabajos de albañilería cargando materiales”, ilustró Di Candia.
El presidente de UCRUS Juan Carlos Silva, se mostró de acuerdo con la medida, pero sostuvo que debería llegar a muchos más clasificadores.